Este joven caballo de carreras procede de un largo linaje de ganadores y se desenvuelve a la perfección en las pruebas contrarreloj.
Sin embargo, en las carreras reales, resultaba demasiado romántico y nunca se atrevía a pasar a una yegua.
Así que un día el entrenador se dirigió a él y le dijo que tendría que ser castrado.
El joven caballo, sabiendo que era esto o la fábrica de pegamento, se lo tomó con filosofía.
Al fin y al cabo, someterse a la operación era casi una garantía segura de una larga e ilustre carrera en las carreras.
Tras un breve periodo de recuperación, el caballo volvió a correr en pruebas contrarreloj y lo hizo tan bien como siempre.
Pero la primera vez que corrió realmente en una carrera, sólo dio unos diez pasos, antes de poner una mirada abatida, darse la vuelta y volver a las puertas de salida.
“¿Qué pasa?”, le preguntó el entrenador,
“¡lo estabas haciendo muy bien!”
“Sí, bueno, ¿cómo te sentirías tú?”, respondió el caballo,
“si cinco mil personas te echaran un vistazo y gritaran “¡están fuera!”?