Un viejo entra en la joyería con una tía buena del brazo.
El dueño de la tienda iba a cerrar, pero pensó que el tipo debía estar forrado, así que se quedó abierto.
El viejo se pone en plancha:
“Quiero ver un anillo que no parezca aburrido comparado con los hermosos ojos de mi ángel”.
La chica está radiante y emocionada.
Los anillos sacados parecen satisfacer a la chica, pero el viejo dice,
“Esto parece barato comparado con una mujer tan exquisita. Si esto es lo mejor que tiene, iremos a un lugar con más clase”.
El tendero le dice que espere un momento.
Vuelve con una ROCA.
Un enorme y perfecto diamante con pequeñas piedras alrededor que habrían sido grandes piedras centrales en un anillo normal.
El precio es muy caro, como era de esperar.
La chica está fuera de sí.
El anciano dice: “Esto servirá. Le haré un cheque”.
El tendero parece inquieto.
El viejo dice: “No te preocupes, hijo. Tendrás que cambiar el tamaño, así tendrás el cheque y el anillo. Puedes hacer el redimensionamiento y el lunes, cuando el banco cobre el cheque, recogeré el anillo”.
El hombre acepta y el vejete se va con la chica encima.
Llega el lunes y por la tarde el viejo vuelve solo a la tienda.
El tendero le dice: “¡Idiota! Llamé al banco esta mañana, dijeron que si ese cheque es de más de 80 dólares va a rebotar”.
El viejo dice: “Oh, lo sé. Sólo he venido a contarte el GRAN fin de semana que he tenido”.