En una pintoresca ciudad italiana, dos tortolitos, Maria y Luigi, deciden casarse. Como no tienen mucho dinero, la suite de luna de miel es nada menos que la casa de los padres de Maria.
María, que es una virgen nerviosa, es persuadida por su madre, que está inmersa en la preparación de sus legendarios espaguetis, para que suba con su marido. María se convence lo suficiente y se va con Luigi, que la espera apasionadamente en la cama.
Una mirada a la intensa mirada de Luigi y María baja corriendo la escalera, exclamando: “¡Mamá, mamá, los ojos de Luigi, arden como el Vesubio!”.
Mamá, removiendo tranquilamente los espaguetis, responde: “¡Es el fuego de la pasión, querida! Eres una chica afortunada. Ve a ocuparte de tu marido”.
María se arma de valor y vuelve a subir, sólo que esta vez Luigi hace alarde de un pecho “peludo como un oso”. María, nerviosa, baja corriendo: “Mamá, mamá, ¿sabías que Luigi es en parte oso? Es tan peludo”.
Sin dejar de manejar los espaguetis, mamá afirma: “¡Es sólo una prueba de su exuberancia masculina, María! Qué genes tan fuertes para tus futuros bambinos. Ahora vete a ocuparte de tu marido”.
Apenas logra asentir, María sube las escaleras y encuentra a Luigi sin zapatos. Una visión que la llena de pavor: ¡le faltan todos los dedos del pie izquierdo!
Presa del pánico, María baja corriendo las escaleras: “¡Mamá, mamá, Luigi tiene pie y medio!”.
Al oír esto, mamá suelta la cuchara: “En nombre del Santo Cannoli, Luigi tiene un pie y medio”.
Mamá corre hacia las escaleras, exclamando: “….
“¡Cuidado con los speghetti Maria, esto es cosa de mamá!”