Hace poco se inauguró una “Supertienda de Maridos” donde las mujeres podían elegir marido entre muchos hombres.
Estaba distribuida en cinco plantas, en las que los atributos positivos de los hombres aumentaban a medida que se ascendía.
La única regla era que, una vez que se abría la puerta de cualquier piso, había que elegir a un hombre de ese piso; si se subía un piso, no se podía volver a bajar, excepto para abandonar el lugar y no volver jamás.
Un par de amigas fueron a la tienda a buscar maridos…
Primer piso – La puerta tenía un cartel que decía: “Estos hombres tienen trabajo y aman a los niños”.
Las mujeres leyeron el cartel y dijeron: “Bueno, eso es mejor que no tener trabajo ni amar a los niños, pero me pregunto qué habrá más arriba”.
Así que subieron.
Segundo piso – El cartel decía: “Estos hombres tienen trabajos bien pagados, aman a los niños y son extremadamente guapos”.
“Hmmm”, dijeron las señoras, “pero me pregunto qué hay más arriba”.
Tercer piso – Este cartel decía: “Estos hombres tienen trabajos bien pagados, son extremadamente guapos, adoran a los niños y ayudan con las tareas domésticas”.
“Vaya”, dijeron las mujeres, “Muy tentador”.
Pero había otra planta, así que subieron más.
Cuarta planta – Esta puerta tenía un cartel que decía: “Estos hombres tienen trabajos bien pagados, adoran a los niños, son extremadamente guapos, ayudan con las tareas domésticas y tienen una fuerte vena romántica”.
“¡Oh, Dios mío!”, exclamaron, “¡imagínate lo que nos debe estar esperando más adelante!”.
Así que subieron a la quinta planta.
Quinto piso. El cartel de la puerta decía,
“Esta planta está vacía y sólo existe para demostrar que es imposible complacer a las mujeres”.