Un hombre se acerca al mostrador de unos grandes almacenes:
“Dos pares de ropa interior, por favor”.
El hombre que está detrás del mostrador le mira con incredulidad.
“¿Sólo dos pares de ropa interior?”
“Sí. Me pongo uno mientras el otro está en la lavadora”.
El hombre detrás del mostrador lo mira con disgusto y luego hace sonar su pedido.
Entra un segundo hombre. “5 pares de ropa interior, por favor”.
“Sólo 5 ¿eh?”
“Sí, me pongo uno para cada día de la semana, y luego voy en plan comando todo el fin de semana”.
El hombre detrás del mostrador sacude la cabeza.
“¡Bueno, eres mejor que el último tipo!”
Entra un tercer hombre. “7 pares de ropa interior, por favor”.
“¡Por fin un hombre que sabe de higiene!”
“Sí, lo intento. Uno para cada día y lavo la ropa el domingo”.
Al final del día, un cuarto hombre que es un anciano entra en el departamento de ropa interior.
“12 pares de ropa interior, por favor”.
“¡Vaya! ¡Debes estar muy limpio!”
El anciano sonríe.
“¡Sí, ese soy yo! Eh, espera, déjame ver si he contado bien. Enero, febrero, marzo, abril…”