Una dama de la noche está en la puerta de un hotel cuando ve pasar a un anciano cojeando.
Hace tiempo que no tiene ningún cliente, así que le silba y le llama,
“Oye, ¿quieres divertirte conmigo?”
El anciano responde: “Pero no podré…”.
“Vamos”, interviene ella, “¡Inténtalo!”.
El anciano se encoge de hombros y los dos entran.
Cuando llegan a la habitación, el anciano procede a hacerlo como un semental durante más de una hora.
Cuando termina, la agotada señora exclama: “Creí que había dicho que no podría…”.
El anciano responde,
“… pagarte”.