Un nuevo capitán del ejército fue asignado a un equipo en un puesto remoto del desierto africano.
Durante su primera inspección del equipo, observa un camello enganchado detrás de la tienda de campaña.
Le preguntó al sargento por qué el camello estaba allí. El sargento, nervioso, dijo,
“Bueno señor, como usted sabe, hay 260 hombres aquí en el puesto, y ninguna mujer. Y señor, a veces los hombres tienen “impulsos”.
Por eso tenemos el camello”.
El capitán dice: “No puedo decir que apruebe esto, pero entiendo lo de los ‘impulsos’, así que el camello puede quedarse”.
Un mes más tarde, el capitán empieza a tener sus propios “impulsos”.
Enloquecido por la pasión, pide al sargento que lleve el camello a su tienda.
Colocando una escalera de mano detrás del camello, el Capitán se sube, se baja los pantalones y se divierte de forma salvaje y demencial con el camello.
Cuando termina, le pregunta al sargento: “¿Así es como lo hacen los hombres?”.
Muy avergonzado, el sargento responde: “¡No, no realmente, señor!”.
“Por lo general, sólo montan el camello en la ciudad donde están todas las chicas”.