Un hombre con un pene de 25 pulgadas de largo acude a su médico.
Le explica que tiene problemas con este engorroso instrumento y que ha recibido más de una queja de las mujeres.
“Doctor”, le pregunta, totalmente frustrado, “¿hay algo que pueda hacer por mí?”.
El médico responde: “Médicamente, hijo, no hay nada que pueda hacer”.
“Pero, conozco a una bruja que tal vez pueda ayudarte”.
Así que el médico le da las indicaciones para llegar a la bruja.
El hombre visita a la bruja y le cuenta su historia.
“Bruja, mi virilidad mide 25 pulgadas y necesito ayuda. ¿Se puede hacer algo para ayudarme? Usted es mi última esperanza”.
La bruja se queda mirando con asombro, se rasca la cabeza y luego responde: “Creo que puedo ayudarte”.
“Haz esto”, le dice la bruja al hombre.
“Adéntrate en el bosque. Encontrarás un estanque”.
“En este estanque, encontrarás una rana sentada en un tronco. Esta rana tiene magia”.
“Le dices a la rana: ‘¿quieres casarte conmigo?'”
“Cuando la rana diga ‘no’, te darás cuenta de que tu problema se ha encogido 5 pulgadas”.
La cara del hombre se iluminó y salió corriendo hacia el bosque.
Encontró a la rana mágica en el estanque, sentada en un tronco, tal y como había descrito la bruja.
Llamó a la rana: “¿Quieres casarte conmigo?”.
La rana le miró abatida y respondió: “¡NO!”.
El hombre miró hacia abajo y de repente su hombría era 5 pulgadas más corta.
“WOW”, gritó en voz alta, “¡Esto es genial!”.
Pero con 20 pulgadas seguía siendo demasiado larga, así que volvió a preguntarle a la rana.
“Rana, ¿quieres casarte conmigo?”, gritó el tipo.
La rana puso los ojos en blanco y gritó: “¡NO!”.
El hombre sintió otra sacudida en la ingle, miró hacia abajo y era otros 5 centímetros más corta.
El hombre se rió: “¡Esto es fantástico!”
Volvió a mirar su arma, 15 pulgadas de largo, y reflexionó por un momento.
15 pulgadas sigue siendo un monstruo, sólo un poco menos sería ideal.
Sonriendo, miró al otro lado del estanque y gritó,
“Rana, ¿quieres casarte conmigo?”
La rana volvió a mirar al otro lado del estanque sacudiendo la cabeza,
“¿Cuántas veces tengo que decírtelo?”…
“¡NO, NO, NO!”