Un hombre odia con pasión al gato de su mujer y decide deshacerse de él de una vez por todas.
Conduce a veinte manzanas de su casa y deja allí al gato.
El gato ya está caminando por el camino de entrada cuando el hombre se acerca a su casa.
Al día siguiente, decide dejar al gato a cuarenta manzanas, pero ocurre lo mismo.
Sigue aumentando el número de manzanas, pero el gato sigue llegando a casa antes que él.
Por fin, decide conducir unos cuantos kilómetros, girar a la derecha, luego a la izquierda, pasar el puente, volver a la derecha, y otra vez a la derecha, y así sucesivamente hasta que llega a lo que cree que es un lugar perfecto y deja al gato allí.
Horas después, el hombre llama a su mujer a casa y le pregunta: “Jen, ¿está el gato ahí?”.
“Sí, ¿por qué lo preguntas?”, responde la mujer.
Frustrado, el hombre dice,
“Pon a ese gato diabólico al teléfono. Estoy perdido y necesito indicaciones”.