Un hombre entró en una tienda de antigüedades y mirando a su alrededor vio una rata dorada
Cuando la cogió para mirarla, descubrió que era muy pesada.
Preguntó al dueño de la tienda qué contenía y el comerciante le dijo que era de oro macizo y que si estaba interesado en ella, costaba 11 dólares.
“¿Once dólares?”, preguntó el hombre.
“¿Eso es todo?”
“Sí”, dijo el comerciante, “pero hay una historia que lo acompaña por 25.000 dólares
¿También lo quiere?”
El hombre dijo que no, pero que se llevaría la rata y le dio al comerciante 11 dólares.
El hombre salió de la tienda y comenzó a caminar hacia el río que corría por el centro del pueblo.
A un par de manzanas miró hacia atrás y se dio cuenta de que había una docena de ratas siguiéndole.
Un poco preocupado, empezó a caminar más rápido.
Volvió a mirar hacia atrás y descubrió que ahora había cientos de ratas siguiéndole.
Asustado, huyó de ellas hasta la orilla del río y arrojó la rata dorada al río
Toda la comitiva de ratas que le seguían se precipitó al río y se ahogó.
El hombre volvió a la tienda de antigüedades y el comerciante al verlo entrar se acercó a saludarlo
“¿Has vuelto por el cuento?”, le preguntó.
“No”, dijo el hombre, “pero me preguntaba si tiene algún abogado de oro”.