Érase una vez una mujer llamada Emily que decide sorprender a su marido, Alex, invitándole a una noche de diversión en un cabaret.
Llegan al club y el portero les dice: “¡Hola, Alex! ¿Qué tal?”.
Emily se queda perpleja y pregunta si Alex ha estado antes en ese club.
Alex se ríe y responde: “No, no, en realidad es un compañero del gimnasio”.
Mientras encuentran una mesa, una camarera con poca ropa se acerca a Alex y le pregunta si quiere su bebida habitual, trayéndole un refrescante mocktail.
Emily empieza a preguntarse cómo sabía la camarera las preferencias de Alex en cuanto a bebidas.
Alex sonríe y explica: “En realidad es miembro de mi liga de golf. A menudo charlamos después de las rondas”.
De repente, una bailarina se acerca a su mesa, rodea a Alex con los brazos y le dice: “¡Eh, guapo! ¿Quieres otro baile privado esta noche?”.
Emily, que ahora se siente un poco molesta, coge apresuradamente su bolso y se dirige hacia la salida.
Alex la sigue y consigue alcanzarla antes de que se marche.
En un intento desesperado por explicárselo, Alex le dice a Emily que la bailarina debe haberlo confundido con otra persona.
Sin embargo, Emily sigue enfadada y expresa su frustración y decepción.
Justo en ese momento, el taxista interviene: “Parece que esta noche te has ligado a una peleona, Alex”.