Una tarde, mientras hacía cola en el banco,
el pequeño Johnny, hijo de una señora, decidió liberar su energía contenida y empezó a correr.
La madre pudo finalmente agarrarlo después de recibir miradas de disgusto y molestia de otros clientes.
Le dijo que si no empezaba a comportarse ahora mismo, sería castigado.
Para horror de la señora, el Pequeño Juanito la miró a los ojos y le dijo con voz igual de amenazante
“¡Si no me dejas ir ahora mismo, le diré a la abuela que te vi besando el pipí de papá anoche!”
El silencio fue ensordecedor, después de este esclarecedor intercambio.
¡Incluso los cajeros dejaron de hacer lo que estaban haciendo!
La pobre señora dominó lo último de su dignidad y salió del banco con su hijo a cuestas.
Lo último que oyó, cuando las puertas se cerraron tras ella, fueron los gritos de risa.