Esta mañana he recibido una llamada de mi preciosa ex mujer, que me ha llamado “de improviso” para ver si seguía por aquí.
Perdimos la noción del tiempo, charlando sobre los tiempos salvajes y románticos que solíamos disfrutar juntos.
No podía creerlo cuando me preguntó si estaba interesado en reunirnos y reavivar un poco de esa “vieja magia”.
¡Wow! Me quedé atónito.
“No sé si podría seguir tu ritmo ahora”. Le dije: “Estoy un poco más viejo, más canoso y más calvo que la última vez que me viste”.
“Además, no tengo la energía que solía tener”.
Se limitó a soltar una risita y dijo que estaba segura de que yo “estaría a la altura del desafío”.
“Sí”, dije. “¡Siempre y cuando no te importe tener una cintura unos centímetros más ancha estos días!”.
Se rió y me dijo que dejara de ser tan tonta.
Se burló de mí diciéndome que los hombres mayores, rechonchos y de pelo canoso eran bonitos, y que estaba segura de que yo seguiría siendo un gran amante.
“De todos modos”, se rió y dijo: “¡Yo también he engordado unos cuantos kilos!”.
Así que colgué.