Una maestra de primer grado tenía problemas con uno de sus alumnos que era extremadamente grosero en clase.
Así que un día le preguntó al pequeño Johnny cuál era su problema y él le contestó: “Soy demasiado listo para el primer grado. Mi hermana está en tercero y yo también soy más inteligente que ella”.
La maestra lo llevó a la oficina del director y le explicó la situación.
El director le dijo que le haría un examen a Juanito, y que si no respondía correctamente a una sola pregunta, tendría que volver a primer grado y quedarse callado.
La maestra y Juanito estuvieron de acuerdo.
El director le preguntó: “¿Cuánto es 3×3?”.
Juanito respondió: “9”.
“¿6×6?”, preguntó el director.
“36.” Johnny respondió rápidamente.
Así continuó durante casi una hora.
El director le hizo a Juanito todas las preguntas que un niño de tercer grado debería saber, y él las respondió todas correctamente.
Finalmente, el director le dijo a la maestra: “No veo ninguna razón por la que Johnny no pueda ir a tercer grado, ha respondido bien a todas mis preguntas”.
La maestra le preguntó si podía hacerle algunas preguntas.
El director y Juanito están de acuerdo, así que la maestra le pregunta a Juanito: “¿De qué tiene una vaca cuatro que yo sólo tengo dos?”.
“Las patas”. Responde Juanito.
La profesora dice: “¿Qué tienes tú en los pantalones que yo no tengo?”.
El director jadea, pero antes de que pueda evitar que responda, Juanito dice: “Bolsillos”.
Entonces el profesor dice: “¿Qué hace un perro que un hombre pisa?”.
Juanito responde: “Los pantalones”.
Por último, el profesor pregunta: “¿Qué empieza con “F” y termina con “K” y significa mucha emoción?”.
“¡Camión de bomberos!”, dice Johnny.
El director da un gran suspiro de alivio y dice,
“¡Ponga a Johnny en el quinto grado! Yo mismo me he equivocado en las cuatro últimas preguntas”.